sábado, 13 de diciembre de 2008

¿QUIÉN SOY YO?

Bueno, esa pregunta me le he planteado un sin número de veces, frente al espejo, frente a la soledad, frente al inmenso mar o la descomunal montaña… y no tengo clara una respuesta.
En todo caso vivo en Venezuela, centro del país, Estado Carabobo, Bejuma… hermoso pueblo. Mi origen es Bogotá.
Pero quiero compartir con ustedes, los que por esos avatares de la red chocaron contra este blog, algunas particularidades de su autor. Ya sean estas personales en lo que respecta al trabajo. Bien sean pensamientos de corte más elevado… ¡todo menos política! Mi concepto de ella es que representa el hongo ácido que descompuso la hermosa torta azul que es la tierra…
Corría el año 66 o 67. Todo el salón de clase corrió a la montaña. Al otro día, la tarea de castellano: “Escriban sobre la excursión de ayer”.
Fue mi primera experiencia con las letras. Debo admitir que me gustó tanto como el primer chocolate de leche. Pero esa era la niñez. Habría que esperar como todo fruto espera su tiempo de madurez.
A partir de los 15 a 16 años di comienzo no a una tarea sino a un hábito, que espero me acompañe todo el pestañeo de Dios, es decir, la vida.
Escribo porque me hace bien. Me conecta con este y otros mundos. Da fortaleza, esperanza. Digo, ayuda a vivir.
Y por ahí iba con mis letras al viento, frisando los 26 años, cuando llegó una señora a dar cursos de cerámica al pueblito de Cajicá, en Colombia. Ella traía consigo sabiduría, pero también mañas. Yo la miraba de soslayo, cada vez que gritaba casi histérica ante un rollo de arcilla: ¡Miren… un pipí! Mucho después supe que su pobre esposo tuvo un accidente y quedó inútil de la cintura hacia abajo. Que ella tuviera sus desvaríos fogosos no me importaba, pero el problema radicaba en que trasladaba su frustración erógena al campo didáctico. Esto la hacía cruel y castradora con aquellas personas que demostraban algún talento y deseaban ser libres creadores. Tal situación desafiaba su molde educacional. Sus enseñanzas pre fabricadas. El alumno pasaba a ser su rival. Entonces desenvainaba la espada.
Creo que nos soportamos ocho días. Pero fue suficiente para asombrarme. Ignoraba por completo que de mis manos, por “arte de magia” podía hacer brotar los más inverosímiles rostros, engendros, mujeres y hombres misteriosos, como arrancados de los círculos más profundos del Dante.
Un día la señora que veía pipis de barro nos dio cierto modelo de botella para que elaboráramos otra “igual”.
“Quiero que hagan la misma botella. Eso es con usted señor Rozo”.
Yo no podía concebir hacer solo otra botella igual. Esa ya esta hecha, pensaba. Entonces, ¿qué voy a crear? Entre divertido y a la expectativa, tomé un cordón de arcilla y lo enrollé por toda la botella, terminando el extremo superior en forma de dedo, con su uña de rigor.
Cuando pasó a mi lado la señora que veía pipis de barro explotó su frustración con la pobre botella. Fuera de si, roja de ira, tomó el trabajo y lo estrelló contra el suelo, gritando como una demente: “¡es lo que yo diga, no lo que usted quiera!”
No dije nada. Me levanté. Caminé sin voltear hasta la puerta. En el salón se podría haber escuchado el aleteo de un zancudo. Antes de salir giré sobre mis talones y dije, seco pero digno: “Declaro que partir de este momento seré mi propio educador”.
No me costó mucho, porque a nadie le cuesta nada, sino que disfruta, hacer lo que le gusta. Si le apasiona, mejor. Desde esta jocosa pero formadora experiencia han transcurrido 26 años aproximadamente. El trabajo continuo ha pulido y definido un estilo en cuanto al aspecto surrealista, permitiéndome explorar un poco el aspecto clásico del cuerpo femenino. Obviando, la venita, el tendón, el musculo y la perfección… dando en cambio, más importancia a la voluptuosidad, al secreto majestuoso que subyace en los cuerpos femeninos, forjadores y destructores de imperios…
La fotografía fue otro chocolate de leche que probé siendo muy niño. Tomé la pequeña cámara de mi hermana y la puse frente a mí. El resultado dejó fuera de dudas dos cosas: lo feo de mi rostro y lo hermoso de la fotografía.
De forma profesional y artística comencé a trabajarla unos dos años antes que la arcilla. Son ya casi treinta años haciendo clic a diestra y siniestra, sin discriminación: la figura humana, la animal, el paisaje, la flor, el insospechado y maravilloso mundo macro, la sombra que sugiere, la nube que habla en signos, mientras viaja cambiando su forma por el mar azul del cielo…
Ser autodidacta implica sus riesgos. Carecer de técnicas, por ejemplo. Esto impele a crear las propias, en cualquier disciplina. En literatura manejo tres vertientes: literatura infantil y juvenil, poesía y un cierto humor negrillo que siempre estuvo agazapado ahí, debajo de mi piel. Yo sentía como a veces salía solo, sin aviso y ningún tipo de vergüenza.
Pero cuando propuso el diario regional Altavoz, que escribiera para ellos, sentí como hacía ebullición de forma incontenible, esa faceta que dormía debajo de mi piel hacía ya más de medio siglo…
En cuanto a la literatura para niños y jóvenes, esta enfocada casi exclusivamente a crear conciencia ecológica en estos seres, que son los llamados a conducir el planeta en el futuro, si es que esta generación de trogloditas insensibles, les deja planeta y futuro…
Poco a poco, trataré de insertar en mi blog, imágenes de la obra escultórica, humor negrillo y literatura tendiente a sembrar esperanzas para salvar nuestra única burbuja milagrosa en la eterna y fría noche cósmica… ¡ah! y claro, imágenes que robo al Artista de artistas, extraídas de su maravilloso Lienzo Natural…
¡Epa! Dios si existe. La muerte no.

Luciano

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